"Quien haya comprendido, aunque sea temporal y pasajeramente, lo que constituye la grandeza del alma, no puede ser feliz preocupándose egoístamente por cosas triviales y temeroso de lo que el destino le reserve. El hombre capaz de esta grandeza de alma tendrá abiertas las ventanas de su mente, para airearla, a los vientos más apartados del Universo. Se contemplará a sí mismo, al mundo y a la vida, con toda la verdad que las limitaciones humanas le permitan; comprendiendo la brevedad e insignificancia de la vida humana, entenderá asimismo que en el cerebro del hombre se concentra todo lo que encierra el mundo de valioso; y verá que el hombre, cuyo cerebro refleja el mundo, es, en cierto modo, tan grande como el mundo. Al emanciparse de los miedos que agobian al esclavo de las circunstancias, experimentará una profunda alegría, y a través de todas las vicisitudes de su vida exterior, será profundamente feliz interiormente".
Bertrand Russell.
La Isla Desierta (Leyenda Oriental).
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